Hamilton Naki, un sudafricano negro de 78 años, murió a finales de mayo del año 2005.
Fue una noticia poco divulgada, pero la vida de este hombre, es una de las más extraordinarias del siglo XX. En algún momento se le llamó “El cirujano clandestino”. Y eso fue un gran cirujano. Este hombe fue el primero en obtener el corazón de una donadora, para que fuese transplantado a Louis Washkanky en el año 1967, en Ciudad del Cabo, África del Sur, y lo más importante, con éxito. Naki fue quizás el hombre más importante del equipo que hizo el primer transplante cardíaco de la historia.
¿Y cual es el problema?, pues básicamene que no podía aparecer en público, porque era negro. El cirujano-jefe del equipo; el Dr. Christian Barnad, se transformó en una celebridad instantánea. Pero Hamilton Naki, no podía salir en las fotografías con todo el equipo de blancos, en el país del apartheid.
Cuentan que una vez apareción en una fotografía; por descuido, pero el hospital corrió a informar que se trataba un empleado del servicio de limpieza.
Naki usaba bata y máscara, pero nunca estudió medicina o cirugía. Dejó la escuela a los 14 años para ser jardinero en la Escuela de Medicina, de Ciudad del Cabo. Pero este hombre, aprendía rápido. Consiguió hacer clínica quirúrgica en la escuela, donde los médicos, practicaban las técnicas de transplantes en perros y cerdos. Aprendió cirugía presenciando experiencias con animales. Se transformó en un cirujano excepcional; a tal punto, que Barnard lo requirió para su equipo.
Cada vez que Naki operaba pacientes o tocaba la sangre de blancos, se quebrantaban las leyes sudafricanas del apartheid. Pero el hospital hizo una excepción para él; y se transformó en un cirujano ‘clandestino’. Era el mejor y daba clases a los estudiantes blancos; pero ganaba salario de técnico de laboratorio lo máximo, que el hospital podía pagar a un negro. Vivía en una barraca sin luz eléctrica ni agua corriente, en un gueto de la periferia. Hamilton Naki enseñó cirugía durante 40 años y se retiró con una pensión de jardinero de 275 dólares, al mes.
Pero eso no le importó. El siguió estudiando y dando lo mejor de sí, pese a su discriminación. Después que el apartheid acabó, ganó una condecoración y un diploma de médico “honoris causa”. Pese a su clandestinidad y discriminación, jamás dejó de dar lo mejor de sí y su pasión por ayudar a vivir y nunca reclamó por las injusticias que sufrió en su vida entera.
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tenacidad.
(Del lat. tenacĭtas, -ātis).
1. f. Cualidad de tenaz.
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